Notre-Dame, une fin d'après midi Henri Matisse |
Detesto repetir lo que dicen ellos.
Tú no huyes: partes solamente.
Quizás somos nosotros los que huimos de ti.
Sabes a tierra. A tierra recién regada.
Nunca he tenido la necesidad de proclamarme parte de tu vida.
Nunca intenté siquiera besarte.
Solo llegar a tus oídos.
Ciega, fatigada, con una mirada a cuestas.
Minutos antes, recorría el espectro que son tus pinturas. Dueles querido.
Minutos antes aún estabas a mi lado, pintándote el maldito brazo, sangrando ese lapicero azul.
¿Cuál es el siguiente trazo?
¿Un cielo anaranjado & tus huellas en él?
O el incesante reclamar de tu madre:
¡Por qué dejaste que se fuera!
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